Tras el lamentable accidente del pasado fin de semana donde un joven arrolló y le quitó la vida a otro, existen elementos que debemos tener en cuenta, pues en este tipo de hechos, la responsabilidad que existe a nivel social, es compartida respecto al comportamiento de los jóvenes que combinan el alcohol con el volante.
Ya declaró el alcalde, no se puede tener policías o tránsitos en absolutamente todos los puntos de la ciudad, y es cierto. Ya lo dijeron empresarios del giro de bares y restaurantes, el consumo es decisión de cada persona, también tienen razón. Pero en la opinión de las autoridades y los empresarios, cabe también analizar una quizá más importante, el papel que juegan los padres de familia, no solo al momento de prestar los vehículos, dar dinero y permiso para ir al antro, sino en todo el tema de la formación previa, desde niños, para que esto no suceda más.
La formación en casa es importante, se llama poner límites, respetar las figuras y reglas de autoridad, horarios, leyes, normas, todo. Así, si se establecen permisos, se deben cumplir, si no, debe haber castigos, pequeños o grandes, diálogo, acercamiento, atención. Muchas veces cuando suceden este tipo de accidentes, de tal gravedad, lo primero es culpar a la autoridad, a los antros, a los bares, a todos, menos a uno mismo. Los bares y antros son negocios, y como tal, venden. Los jóvenes consumen, ¿pero… hasta que límite?